Dos miembros de la Guardia Nacional de los Estados Unidos fueron asesinados en Washington, D.C., menos de 24 horas después de su juramentación, destacando la creciente preocupación por la violencia armada en el país.
Este trágico suceso resalta la vulnerabilidad de los profesionales encargados de la seguridad pública en el país y plantea interrogantes sobre la efectividad de las políticas de control de armas. Además, intensifica el debate sobre el terrorismo y la seguridad nacional en el contexto actual.