Una ofensiva militar de Israel en el pueblo de Beit Jinn, Siria, dejó al menos 13 muertos y 24 heridos, marcando el ataque más mortífero desde la caída de Bashar al-Assad.
Este evento resalta la creciente inestabilidad en Siria y la continua intervención de potencias extranjeras, lo que podría escalar los conflictos regionales. Además, pone de relieve las complejas dinámicas de poder en juego en el Medio Oriente, afectando la seguridad regional y las relaciones internacionales.