La Unión Europea prohibió la importación de gas ruso a partir de otoño de 2027, buscando reducir su dependencia energética y debilitar el financiamiento de Rusia en su guerra en Ucrania.
Esta prohibición refleja una estrategia a largo plazo de la Unión Europea para diversificar sus fuentes de energía y reducir la influencia de Rusia en el sector energético. Además, resalta el impacto de la guerra en Ucrania en las políticas energéticas de Europa, marcando un cambio significativo en la geopolítica energética del continente.